Psicoterapia

Las personas con discapacidad deben enfrentarse a un sinfín de retos y desafíos que suponen un impacto emocional para ellos mismos y para sus familias. En las diferentes etapas del ciclo vital, la persona con discapacidad se enfrenta a nuevas situaciones y dificultades que supone la necesidad de poner en marcha diferentes mecanismos psicológicos de adaptación y regulación, que habitualmente, no disponen. 

Con frecuencia, desarrollan síntomas depresivos y de ansiedad, que interfieren significativamente en su funcionamiento y desarrollo, afectando a todos los ámbitos de su vida. Proporcionar atención psicológica y trabajar la educación emocional es un requisito indispensable para mejorar la calidad de vida familiar y personal.

Podemos distinguir los retos emocionales de las personas con discapacidad teniendo en cuenta las diferentes etapas del ciclo vital:

En la Infancia

Durante la infancia, a partir de los 6 años, los niños comienzan a ser conscientes de sus características especiales y a percibir las diferencias que tienen respecto a otros niños de su edad. Las relaciones sociales van teniendo mayor importancia y se comienzan a formar las bases del autoconcepto y de la autoestima, en función de las experiencias con el entorno y la percepción que tienen sobre su propia valía.

En muchas ocasiones, los niños con discapacidad son un colectivo vulnerable al rechazo o las burlas por parte de sus iguales debido a sus bajas habilidades sociales o limitaciones físicas. Experiencias de este tipo generan en la infancia heridas emocionales que influyen negativamente en la autoestima y que deben abordarse desde el primer momento, con el objetivo de mitigar las secuelas y conseguir una mayor integración social. 

Por otra parte, en este periodo, los niños van tomando más conciencia de lo que les ocurre y el significado que tiene, lo que provoca un gran impacto y desajuste emocional. En este proceso es natural que empiecen a aparecer sentimientos de valencia negativa como pueden ser la tristeza, la rabia y la ansiedad, que requieren de una atención especial. 

En la Adolescencia

En la adolescencia las diferencias con otros adolescentes comienzan a ser más significativas, implicando nuevas necesidades de adaptación y ajuste. El área social y de ocio toman una gran relevancia en la vida del adolescente y las limitaciones que hasta entonces no eran tan evidentes, comienzan a serlo, restringiendo el acceso a muchas actividades, relaciones y posibilidades que se ofrecen de manera natural en la etapa de la juventud. 

Estas dificultades habitualmente desencadenan emociones negativas como frustración, soledad, tristeza e ira que, sin un apoyo adecuado, pueden derivar en trastornos comportamentales y emocionales graves, afectando a las relaciones familiares y bienestar global.  

La transición a la vida adulta

El inicio a la vida adulta es también un periodo complejo emocionalmente, ya que se producen muchos cambios significativos: finalización del periodo de instituto, cambios en las relaciones sociales, acceso al mundo laboral, etc. Estos cambios habitualmente generan en las personas con discapacidad una elevada ansiedad e incertidumbre, necesitando ayuda para reorganizar esta nueva etapa de su vida y ajustar sus expectativas a sus posibilidades. 

Por todo lo anterior, la atención psicológica es una herramienta indispensable que debe considerarse de la misma importancia que cualquier otro tratamiento médico, puesto que su objetivo general es mejorar la calidad de vida y asegurar una mejor adaptación al medio. 

La terapia psicológica ofrece grandes beneficios para la persona con discapacidad, ya que a través de la misma se aprende a expresar sus sentimientos, a adaptarse a los cambios y a generar recursos emocionales para afrontar cada situación particular de la mejor manera posible.  Así también, supone un importante apoyo para la familia, dado que ofrece recursos y estrategias específicas a la familia para ayudar a la persona a superar cada etapa del ciclo vital y mejorar las relaciones familiares.

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