La salud «es el estado de completo de bienestar físico, mental y social». Teniendo en cuenta que la discapacidad lleva asociados un conjunto de problemas médicos, hay que intentar prevenir, solucionar o aliviar lo antes posible éstos, para que así cuanto mejor sea la salud física y el bienestar corporal de la persona, esta tendrá una mejor predisposición hacia el aprendizaje.
Para conseguir este fin es necesario establecer un programa de medicina preventiva en el que la participación activa de los padres junto al de los profesionales es primordial para el bienestar del discapacitado.
Las personas con discapacidad son más vulnerables por presentar anomalías congénitas, así pues necesitarán un conjunto de necesidades médicas específicas teniendo en cuenta la naturaleza de la persona y la discapacidad. El objetivo primordial debe ser facilitar el acceso a la atención médica especializada.
Además de seguir el cuadro de vacunación y los servicios rutinarios de sanidad, hay que realizar un seguimiento por parte de un equipo multidisciplinario y especializado para tratar las enfermedades que puedan aparecer en cada etapa de la vida de la persona con discapacidad.
- Enfermedades cardíacas.
- Problemas gastrointestinales.
- Anomalías en la visión.
- Control de la función tiroidea.
- Alteraciones del sueño.
- Enfermedades celíacas.
- Control de audición.
- Dietética y Nutrición.
- Odontología y ortodoncia.
- Traumatología.
La salud integral a parte del bienestar físico contempla el psicológico y social, ya que las personas con discapacidad se enfrentan a situaciones para las que no están preparadas, Además, estar en estas situaciones les puede provocar trastornos de la conducta, estrés, ansiedad, depresión, etc…